¿Qué hace mi sombra por la noche?,
¿juega a las escondidas con sus pares?,
¿sabrá que morirá conmigo?,
Entretanto... está aqui, a mi lado...
jamás una amistad me sentó tan fiel...
Y cuando llegue mi fin...
y casi el de ella...
me velará sin llanto..." Julio Arch.
Hemos ignorado ingenuamente que bajo
el mundo de la razón descansa otro mundo.
Cada uno de nosotros proyecta una sombra
tanto más oscura y compacta cuanto menos
encarnada se halle en nuestra vida consciente.
Y esa sombra se nutre de los opuestos que
constituyen nuestra psiquis humana.
Nuestra sombra recoge todo aquello que
pretendemos ignorar o negar como parte
de nosotros, aquello que recortamos de
nuestro ser completo para construir lo que
ofreceremos al mundo como nuestro ego.
Nuestros aspectos negados, en sombra,
pugnan por ser reconocidos, se filtran en
nuestros sueños, en nuestros pensamientos,
aparecen en nuestras actitudes y reacciones.
Nuestra sombra contiene todo tipo de
capacidades potenciales sin manifestar,
cualidades que no hemos desarrollado, ni expresado.
Cuando accedemos a lo rechazado de nosotros mismos,
que yace en nuestra sombra personal,
somos escenario de un acto de redención y
podemos reconocernos como seres imperfectos.
Dificilmente haya un punto de partida más honesto
y trascendente que el reconocimiento de esa
imperfección para iniciar la construcción
de una vida con sentido.
La satisfacción ante un logro,
el milagro de un encuentro,
el sentido del dolor,y tantas otras cuestiones de existencia
se impregnan de significado cuando
podemos convivir con nuestra perfecta
y asumida imperfección...
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